En 1980, la Organización Mundial de la Salud reconoció al juego compulsivo como una enfermedad emocional de naturaleza progresiva que no puede curarse, pero sí detenerse. Cinco años después, en Argentina, abría el primer grupo de Jugadores Anónimos, avalado por Gamblers Anonymous, la central de Estados Unidos, que había sido creada en 1957.
En Seres Libres conversamos con Elena, una integrante de Jugadores Anónimos, sobre cómo funciona esta hermandad en nuestro país y qué ayuda les brinda a quienes se acercan en busca de salir de una adicción que no tiene sustancia, pero sí consecuencias graves. Además, hablamos con Ana P. y Vicente C., dos adictos al juego en recuperación, que brindaron su testimonio honesto y valiente.
«La ludopatía es una adicción insidiosa, silenciosa y oculta»
1- ¿Cómo fueron los orígenes de Jugadores Anónimos en Argentina?
Jugadores Anónimos nació en Argentina cuando un hombre con serios problemas por su forma de jugar comenzó, junto con su esposa, a buscar ayuda psicológica. Conocía la existencia de los grupos de 12 pasos de otras adicciones y entendía que ese era el camino para lograr recuperarse. Un día llegó a sus manos una revista internacional donde había un artículo sobre Gamblers Anonymous. Este hombre, considerado nuestro fundador, escribió a la ISO (Oficina Internacional de Servicio de Gamblers Anonymous) en Los Ángeles, Estados Unidos, solicitando información y ayuda. Como respuesta recibió el apoyo, información y materiales para la apertura de un grupo en el país.
Así, el 25 de octubre de 1985 nace Jugadores Anónimos en Argentina. El primer grupo funcionó en el microcentro de la ciudad de Buenos Aires y lo llamaron Nacimiento. Durante los primeros años, el grupo no lograba afianzarse, las recaídas eran constantes y muchos no volvían a las reuniones. Por mucho esfuerzo que hicieran no lograban atraer nuevos miembros hasta que en marzo de 1987 un periodista les realiza una nota para un importante medio gráfico a nivel nacional y comienzan a llegar los pedidos de ayuda de jugadores y familiares.
Desde entonces, el crecimiento de Jugadores Anónimos en nuestro país es continuo. En la actualidad hay 70 grupos y más de 200 reuniones semanales en todo el país.
2- ¿Cuál es el apoyo que brinda Jugadores Anónimos a quienes se acercan en busca de ayuda?
Jugadores Anónimos es una hermandad de hombres y mujeres que comparten mutuamente su experiencia, fuerza y esperanza para resolver su problema común y ayudar a otros a recuperarse del problema del juego. Nuestro propósito fundamental es abstenernos de jugar y ayudar a que otros jugadores compulsivos hagan lo mismo. Contamos con un programa de 12 pasos de recuperación y 12 pasos de Unidad. Es anónimo, gratuito y confidencial. El único requisito para ser miembro es tener el deseo de dejar de jugar. Jugadores Anónimos no está aliado con ninguna secta, denominación religiosa, política, organización o institución y no quiere involucrarse en ninguna controversia; ni respalda, ni se opone a ninguna causa.
3- ¿Cuáles son las características que definen a un jugador compulsivo?
Las características de un jugador compulsivo son: no poder ni querer aceptar la realidad, de ahí el escape hacia el mundo de los sueños que representa jugar; la inseguridad emocional, dado que un jugador compulsivo sólo se siente emocionalmente cómodo cuando está “en acción”. Muchos miembros de Jugadores Anónimos suelen decir que: “La única vez que sentí que pertenecía, fue cuando estaba jugando. Nadie me exigía demasiado. Sabía que me estaba destruyendo, pero al mismo tiempo tenía cierta sensación de seguridad.”
Otra característica es la inmadurez, ya que el deseo de tener todas las cosas buenas de la vida sin ningún gran esfuerzo, parece ser el patrón común del carácter de los jugadores compulsivos. De manera inconsciente, muchos miembros de Jugadores Anónimos sintieron que podían evitar la responsabilidad de la madurez con un giro de la rueda de la ruleta o volteando una carta, y así la lucha por escapar de la responsabilidad, se convirtió finalmente en una obsesión.
También, un jugador compulsivo parece tener una necesidad interior urgente de ser “alguien importante” y necesita sentirse “todopoderoso”. El jugador compulsivo está dispuesto a hacer cualquier cosa (a menudo actos de naturaleza antisocial) para mantener la imagen que quiere que otros vean en él. A su vez, existe la teoría de que los jugadores compulsivos, de manera inconsciente, desean perder para castigarse a sí mismos. Hay bastantes evidencias que apoyan esta teoría.
La ludopatía es una enfermedad emocional reconocida por la Organización Mundial de la Salud. A pesar de no tener sustancia es una adicción insidiosa, silenciosa y muchas veces oculta. La idea que, de alguna manera, algún día, vamos a controlar la adicción al juego es la gran obsesión de todo jugador compulsivo. Es sorprendente la persistencia de esta ilusión, muchos se aferran a ella hasta terminar en la cárcel, la locura o la muerte.
Nos dimos cuenta de que teníamos que admitir completamente en lo más profundo de nosotros mismos que somos jugadores compulsivos. Este es el primer paso en nuestra recuperación. Con respecto a la adicción al juego, la ilusión de que somos como otras personas o que eventualmente lo podamos ser, tiene que ser destruida. Hemos perdido la capacidad para controlar la adicción al juego. Sabemos que el verdadero jugador compulsivo nunca recobra el control. Todos nosotros sentimos a veces que estábamos recuperando el control, pero tales intervalos (usualmente breves) eran inevitablemente seguidos por momentos de menos control aún, que conducían con el tiempo a una desmoralización incomprensible y triste. Estamos convencidos que los jugadores de nuestro tipo están en las garras de una enfermedad progresiva. Con el correr del tiempo empeoramos, nunca mejoramos. Por lo tanto, para llevar una vida feliz y normal, tratamos de practicar, lo mejor que podemos, ciertos principios en nuestros asuntos diarios.
«Descuidaba lo que más amaba por jugar»
Ana P. y Vicente C. no se conocen. Una vive en Bernal y el otro en Córdoba. Sin embargo, comparten el hecho de ser jugadores compulsivos en vías de recuperación, que en un momento de franca desesperación se acercaron a Jugadores Anónimos con el deseo de poder dejar atrás una adicción que casi les hace perder todo.
¿Cuándo te diste cuenta de que tenías un problema con el juego?
Ana P: Unos años antes de entrar a Jugadores Anónimos me di cuenta de que aunque quería parar de jugar, no podía. La compulsión era más fuerte que todo. El juego gobernaba mi vida. Todo el tiempo pensando cómo conseguir dinero, todo el tiempo esperando el momento para correr a la sala de juego. Y apostar hasta perder la última moneda. Toda mi vida giraba alrededor del juego. Empecé a hacer terapia. Y seguía jugando, promesas, curanderos, nada era más fuerte que el juego. Había cruzado una línea y no podía volver.
Vicente C: Me costó mucho darme cuenta de que tenía un problema con el juego. Por otro lado siempre me ponía excusas a mí mismo todo el tiempo: “nadie se entera”, “me juego mi plata”, “soy jugador social, juego para entretenerme”, pero en mi interior sabía que no era así. Siempre luego de una pérdida importante, decía que no iba a volver y al otro día estaba viendo de dónde sacar plata para volver. Estos actos me hicieron ver que no era normal mi comportamiento, que estaba enfermo, pero no me importaba. Llegué a jurar por la salud de mi padre y por mis hijos que no volvería a jugar y a las horas estaba otra vez jugando. No me di cuenta hasta que me destruí moral y económicamente. Me di cuenta destrozándome, pero lamentablemente ya había pasado mucho tiempo.
¿Qué te decidió a pedir ayuda?
Ana P: Fueron varios motivos por los que decidí acudir a Jugadores Anónimos. Los problemas familiares, financieros, laborales hacían mi vida insoportable. No encontraba la salida. Me estaba volviendo loca. No podía seguir así, había perdido la dignidad, mentía todo el tiempo, descuidaba lo que más amaba, toqué un fondo muy oscuro y doloroso. Un infierno. Tenía que parar.
Vicente C: A pesar de ser muy egoísta, sabía que solo no podía. Había podido parar a veces unos días, otras veces paré de apostar durante semanas, incluso meses, pero volvía a recaer. Esa era la prueba de que solo no podía, yo sabía que existía Jugadores Anónimos pero me resistía a ir, hasta que me destruí y ahí eso sobre lo que ya tenía conocimiento que existía, fue finalmente mi destino. Ingresé a Jugadores Anónimos y la ayuda fue inmediata, ya que es un grupo de autoayuda, de ayuda mutua. El fondo, mi autodestrucción, fue lo que me hizo llegar al lugar que me salvó la vida. Cuando llegué, me dijeron ya no estás más solo y cada 24 horas lo compruebo.
¿Qué cosas recuperaste desde que empezaste a asistir a JA?
Ana P: Jugadores Anónimos me devolvió a la vida. Recuperé la libertad, la honestidad, la autoestima. En Jugadores Anónimos encontré una forma normal de pensar y vivir. Aprendí que no soy culpable de mi enfermedad, hoy soy responsable de mi recuperación. Aprendí a vivir de un día a la vez y sólo por hoy tengo un grupo y un Programa de 12 Pasos que me ayudan a ser una mejor persona. En Jugadores Anónimos logré sentir una serenidad que nunca antes había tenido. Jamás, ni en el más loco sueño de mi carrera de juego, imaginé tener la vida que tengo hoy. Volví a compartir reuniones familiares, con amigos, a trabajar con alegría. Hoy disfruto de esta nueva y buena vida. Hoy vivo agradecida. A día de hoy tengo 11 años 4 meses y 1 día de abstinencia y asidua concurrencia al Grupo Bernal de Jugadores Anónimos.
Vicente C: En Jugadores Anónimos aprendí a vivir, recuperé la dignidad. Practicar un día a la vez, fue muy importante para mí saber qué tengo para hacer hoy, ocupar mis espacios con cosas que me hacen bien y llegar a la noche y decir solo por hoy no jugué. En Jugadores Anónimos recuperé mi autoestima. Recuperé mi familia, hoy en día vivo solo pero soy responsable de ella. A pesar de ser profesional, fue en Jugadores Anónimos donde aprendí a expresarme y relacionarme de una forma sana y empática. En el grupo aprendí a ser responsable y entendí que si hago cosas buenas, cosas buenas recibiré. Aprendí a aceptar y agradecer.
Si tenés problemas con el juego, contacte con JUGADORES ANÓNIMOS
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